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Mezquita de Granada
Imam: Sheij Muhammad Al Kassbi



Alhamdulillah

Musulmanes, os exhorto a que tengáis Taqwa de Allah, pues la Taqwa de Allah es el descanso y el sosiego en esta vida y en la próxima.

Sabed que la salud del corazón es la tranquilidad en Dunia y el mejor botín para el Ajira y una de las razones para entrar en el Jardín. Allah ha descrito a los moradores del Jardín con sus palabras: “Les quitaremos el odio que pueda haber en sus pechos y estarán, como hermanos, recostados en lechos unos enfrente de otros”.

Nuestro Mensajero, al que Allah colme de bendiciones, se preocupaba enormemente de que los integrantes de su ummah estuvieran bien avenidos, unidos como un único cuerpo. Por eso prohibió todo aquello que podía perjudicar a los musulmanes o que pudiera ser causa de separación entre los unos y los otros.

Prohibió la envidia, prohibió el engaño en la compra-venta, prohibió el enfado y el enojo, ya que todos estos asuntos lo que hacen es ir contra el hermanamiento que requiere nuestro Din, y termina rompiendo y dividiendo la unidad de los musulmanes.

Dijo el Mensajero, al que Allah colme de bendiciones: “No os envidiéis, no os traicionéis en la compra-venta, no os enemistéis, no os deis la espalda, no os entrometáis en los negocios de los demás y sed, siervos de Allah, hermanos”.

En el jutba de la semana pasada hablamos sobre la perversión de la envidia, el gran mal que produce y su posible cura. La traición en la compra-venta que menciona el hadiz se refiere a pujar por un artículo sin querer comprarlo, sino únicamente para aumentar el precio de la mercancía. Con esto, lo que se hace es engañar al verdadero comprador y traicionarlo, es una de las causas del enfado y el enojo y de obtener ilícitamente la riqueza ajena, y es también un engaño a todos los musulmanes. Quien traiciona y engaña a los musulmanes se está sacando a sí mismo de la posición que tenía entre ellos. Dijo S.A.W.S.: “El que nos traiciona no es uno de los nuestros”.

El Din del Islam se ha extendido por numerosos lugares de este mundo no por la espada, sino por el favor y el bien que hacían los comerciantes musulmanes, por su confianza y seguridad, por su buen hacer y justicia en los negocios, por su preocupación de obtener únicamente la riqueza halal y por su firmeza en alejarse de todo tipo de engaño y traición. Estaban impregnados de las nobles cualidades a las que nos llama nuestro Din, aceptaban la mercancía si el comprador no estaba satisfecho con la compra, no incrementaban el precio dependiendo de quien comprara, daban garantía de su mercancía, respetaban sus contratos, no engañaban en el peso de la mercancía…

Todo esto lo hacían al mismo tiempo que guardaban el establecimiento de la oración y el pago del Zakat , y una gran cantidad de nobles cualidades que todo aquel que tenía trato con ellos se asombraba de su gravedad, su bondad y su buen trato.

De entre las cualidades detestables recogidas en el hadiz que hemos mencionado con anterioridad está el enfrentamiento, la enemistad. Es decir, no llevéis a la práctica los asuntos que vayan a conducir a enfadar y separarse los unos de los otros, y cerrad todas las puertas que puedan ser causa de esta forma de actuar.

Una de estas puertas que conduce a la enemistad es la obediencia al shaytan, dijo S.A.W.S.: “Ciertamente el shaytan ha desesperado de que le adoren los que hacen el Salat en la península arábiga, pero si les incita a que se enfrenten entre ellos”.

Otra de las puertas es el enfado, ya que es la puerta principal a la separación y el enfrentamiento. El Mensajero, al que Allah colme de bendiciones, exhortó a un hombre que le pidió consejo diciéndole: “No te enfades”, (Rawahul Bujari).

Otra de las causas de la separación y el enfrentamiento es la namima, pues ciertamente corrompe los corazones, y el Mensajero al que Allah colme de bendiciones dijo: “No entrará en el Jardín el calumniador”.

También, otra de las causas es competir por Dunia y ambicionar poder y posición sin que los merezcas. Debemos competir por Ajira, por el deleite absoluto e infinito, no debemos hacerlo por los asuntos perecederos de Dunia. Otra causa también es el tener únicamente tu visión y opinión.

Otra causa es también la continua frivolidad o la broma, que ha de ser como la sal en la comida; un poco es suficiente, pero si se pone mucha corrompe la comida.

Pedimos a Allah que purifique nuestros corazones, que no contengan rencillas ni odio por ninguno de los musulmanes.

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Musulmanes, ciertamente la pureza en el Iman, la perfección en el Islam, no pueden alcanzarse si no es mediante la pureza del corazón. Es una necesidad imperiosa que el corazón esté libre de enfermedades peligrosas.

Una de las enfermedades del corazón, que perjudica seriamente a la hermandad entre los musulmanes, es darse la espalda unos a otros. Es decir, romper los vínculos, separarse, ya que los dos que rompen su relación se dan la espalda el uno al otro. No se saludan y no se devuelven el saludo.

Dijo el Mensajero, al que Allah colme de bendiciones: “Las puertas del Jardín se abren los lunes y los jueves, se perdona a todo siervo que no asocia nada con Allah excepto un hombre que entre él y su hermano existe una disputa; se dirá: dejad a estos dos hasta que arreglen su enfrentamiento, y volvió a repetir: dejad a estos dos hasta que arreglen su enfrentamiento”. (Rawahu muslim an abi huraira)

El musulmán debe intentar siempre ir purificándose, ir librando el nafs de estas malas cualidades, y él ha de sustituir el enfrentamiento, la disputa y el darse la espalda por la reconciliación, la amistad y la unión. En el lugar del odio debe poner el amor: La traición y el engaño lo tiene que sustituir por cortesía y buen consejo. En el lugar de la envidia tiene que poner el amar el bien en todos los siervos de Allah.

Yahya Ibn Muadh, que Allah esté complacido con él, dijo: “Has de tratar a tu hermano creyente con tres cualidades: Si no le beneficias, no le perjudiques, si no le alegras no le hagas entristecer, y, si no le alabas, al menos no le insultes”.

Pedimos a Allah que nos haga ser de los que benefician a los musulmanes y que nos haga ser de los que se ayudan en el bien.

Wa salla Allahu ala Saydina Muhammad wa ‘ala alihi wa sahbihi wa sallam. Amín

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