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Mezquita de Granada
Imam: Sidi Sa'id Erraziki



Alhamdulillah

Musulmanes, os exhorto a que tengáis Taqwa de Allah y le obedezcáis en todo aquello que os ordene.

Musulmanes, sabed que Allah subahanhu wa taala ha decretado que todo asunto tiene su final y que no hay nada que permanezca, excepto Él; pues Allah es el vivo que no muere.

Allah ha creado en la naturaleza del ser humano un instinto que desprecia la muerte, y otro que ama permanecer con vida. Cuando Shaytan quiso susurrar a nuestro padre Adam, le dijo: “Oh Adam, ¿acaso quieres que te indique el árbol de la vida eterna y un reino que no finaliza?”.

Incluso los ángeles desprecian la muerte. Cuando descendió la aleya en la que Allah, dice: “Toda alma probará la muerte”, dijeron los ángeles: “nosotros no somos almas, por lo tanto no morimos”, entonces descendió otra aleya en la que dice Allah: “Todo cuanto en ella (la tierra) hay es perecedero, pero la Faz de tu Señor, dueño de Majestad y Honor, permanece”. Dijeron los ángeles: “Nosotros no estamos sobre la tierra, somos los moradores del cielo”. Y entonces descendió la aleya en la que Allah dice: “Todo perecerá excepto Su faz”. Tras escuchar esta aleya los ángeles comprendieron que ellos también tendrían un final.

Musulmanes, ciertamente olvidarse de la muerte tiene como consecuencia el endurecimiento del corazón. Dijo nuestro Mensajero, al que Allah colme de bendiciones. “Aumentad el recuerdo de aquello que hace finalizar la dulzura y hace dividirse a las comunidades”; refiriéndose con ello a la muerte.

Allah es quien decreta la muerte, y si Él, en Su conocimiento, hubiera querido que alguien permaneciera vivo, éste habría sido el Mensajero, al que Allah colme de bendiciones. Pero le llegó la noticia de Allah, en la que dice: “Ciertamente tú estás muerto y también ellos lo están”.

Cuando el Mensajero murió, los sahaba no podían creerlo y lo negaban, tal era el amor y respeto que sentían hacia él. Umar Ibn Al Jattab, desenfundó su espada y dijo: “Quien diga que Muhammad ha muerto, lo mato”. Hasta que Abu Bakr Assidiq llegó y puso fin a esta difícil y extrema situación recitando una aleya del Corán. Dijo: “Si adoráis a Muhammad, sabed que Muhammad ha muerto, y quien adore a Allah, que sepa que Allah está vivo y no muere” y recitó la aleya en la que dice Allah: “Pero Muhammad es sólo un mensajero antes del cual ya hubo otros mensajeros. Si muriese o lo mataran ¿daríais la espalda? Quien da la espalda, no perjudicará a Allah en absoluto”. Y dijo Umar: “Y por Allah que es como si no hubiese escuchado jamás esa aleya con anterioridad”.

Ciertamente la muerte no es más que algo que te lleva de un estado a otro; te lleva desde la vida de dunia hacia el Barzaj, en el que esperas que llegue el tercer de los estados; sabiendo que el estado o el periodo de dunia es el más corto de los tres.

Esto no es, como piensa mucha gente, que al morirte entras en un estado de sueño esperando a la rendición de cuentas. Si es desdichado, será castigado desde el momento en el que el espíritu abandona su cuerpo, y si es de los afortunados, será bendecido desde ese mismo momento.

Cuando el Mensajero ascendió al séptimo cielo, pasó junto a unos hombres que comían una carne podrida y no comían una carne buena que estaba junto a ellos. Le preguntó a Yibril: “¿Quiénes son estos?”. Dijo Yibril: “Son los que cometieron sina, que dejaban a sus esposas e iban a otras mujeres”.

Algunos de los salaf assalih cavaban tumbas en sus hogares, para así no olvidar jamás la muerte. Cada vez que sentían que olvidaban la muerte, bajaban a la tumba y recitaban la aleya de Allah en la que dice: “Oh Señor, déjame volver para que pueda actuar con rectitud en lo que descuidé”. Entonces sentían que habían vuelto a la vida y actuaban con buenas obras que los acercaran al Jardín.

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Musulmanes, sabed que la tumba es el primero de los estados del Ajira. Si es buena, correcta, si ha superado la prueba, todo lo que venga después será bondad y misericordia, y lo mismo ocurre en el caso contrario.

El ser humano ha sido creado en necesidad, tiene miedo. En el vientre de su madre tiene reposo, comida, todo lo que necesita, y al salir a este mundo, llora porque teme que vaya a ser llevado a un lugar más estrecho y difícil, sin saber que dunia es mucho más amplio que el vientre de su madre. Lo mismo ocurre cuando finaliza su vida. Llora y tiene miedo, pues piensa que va a ir a un lugar estrecho y difícil, sin saber que en el Jardín habrás palacios más grandes y hermosos que todo lo que posee dunia.

Hatim Al Asam, un hombre de gran conocimiento y desapego, dijo: “No hay día en el que el Shaytan no haya venido a mi susurrándome siempre las mismas preguntas: ¿Qué comes?, ¿qué vistes? y ¿dónde vives? (ya que debido a su gran desapego, era una persona muy sencilla en sus hábitos) Y le respondía diciendo: “Como la muerte, visto la mortaja y vivo en la tumba”.

Dijo el Mensajero, al que Allah colme de bendiciones: “Le siguen al muerto tres asuntos, su familia, su riqueza y sus acciones, dos de ellos vuelven, su familia y su riqueza y permanece con él uno, que son sus acciones”.

Dice Allah en Su Libro: “Ciertamente habéis venido a Nosotros, solos, como os creamos la primera vez, habéis tenido que dejar atrás lo que os habíamos dado”.

Se ha transmitido que Ali Ibn Talib en una ocasión salió con sus compañeros y pasaron junto a un cementerio, y se dirigió a los habitantes de las tumbas, diciendo: “Oh gente de las tumbas, vuestras riquezas se han repartido, vuestras esposas se han casado, vuestros hogares han sido habitados, éstas son las noticias que tenemos para vosotros, ¿qué noticias tenéis vosotros para nosotros? Permaneció en silencio durante un instante y dijo: “Por Allah que si pudieran responden habrían dicho: “Ciertamente la mejor provisión es la taqwa”.

Nuestro Mensajero nos ha informado que en el tumba seremos examinados: “¿Quién es tu Señor?, ¿cuál es tu Din? ¿y qué dices sobre el hombre que ha sido enviado entre vosotros? Las respuestas son: “Mi Señor es Allah, mi Din es el Islam y Muhammad es el Mensajero de Allah”; pero estas respuestas no las podrá dar excepto aquél que sea un creyente sincero.

Oh Allah danos la capacidad de responder a la preguntas de la tumba. Oh Allah, no nos preguntes aquello que no somos capaces de soportar y haznos dulce el camino hacia ti, haciendo que nuestras últimas palabras sean la ialla illa Allah, muhammad rasulullah”.

Wa salla Allahu ala Saydina Muhammad wa ‘ala alihi wa sahbihi wa sallam. Amín

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