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Mezquita de Granada
Imam: Shej Muhammad Al Kassbi



Alhamdulillah.

¡Musulmanes! Os encomiendo a que tengáis temor de Allah, porque el temor de Allah lleva a la felicidad en la dos moradas y será la salvación en el día en el que los hombres tendrán que presentarse ante el Señor de los mundos.

Sabed, que Allah tenga misericordia de vosotros, que el hombre consta de dos aspectos: su complexión, que es la forma externa, y su carácter, que es la forma interna. Este segundo aspecto, a diferencia del otro, es susceptible de ser cambiado, mientras que el primero, en general, permanece inalterado.

La ambición es una de estas cualidades internas que Allah ha puesto en el hombre, que son susceptibles de ser cambiadas. Se puede definir como una intensificación del deseo y un esfuerzo con todos los medios necesarios para alcanzar lo que se desea. En esta cualidad hay aspectos loables, a los que Allah nos llama, y aspectos censurables, respeto a los que Allah nos advierte.

La ambición de llevar a cabo acciones rectas, de competir en el bien, de aprender el din, de llevar a cabo los actos de adoración obligatorios en sus tiempo, de vivificar las leyes de Allah, de perfeccionarse y prodigarse para que la acción sea sincera para el rostro de Allah, de tener ambición, estar empeñado, para lo que le salva de las causas de perdición en este mundo, es algo a lo que nos anima la Sharia: “Ten ambición por aquello que te beneficia” (Hadiz narrado por Abu Huraira).

No hay duda que quien se caracteriza con esta cualidad loable será una fuente de bien para todos aquellos que le rodean. Allah describe a Su mensajero con una intensa ambición para la guía de los hombres y le duele que a alguien de su Ummah le lleguen las tribulaciones.

“En verdad que os ha llegado un Mensajero salido de vosotros mismos; es penoso para él que sufríais algún mal, esta empeñado en vosotros y con los creyentes es benévolo y compasivo”. (Sura at-Tawba, 128)

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La ambición reprochable es la que procede de la avidez y de la envidia y que hace perder al hombre su hombría, menoscaba la nobleza de quien la practica, es causa de la ruptura de los lazos de sangre, trae humillación y mortificación, hace que se arraigue en su corazón la tacañería, le quita el pudor e incrementa sus faltas, multiplica el cansancio y disminuye el alivio hasta que llega a destruirlo, y nos refugiamos en Allah de todo ello.

Por esa razón el Coran advierte de las consecuencias de este tipo de ambición y aclara a los que se caracterizan con esta cualidad lo que les beneficiará en el día en el que ni sus riquezas ni sus hijos le beneficiarán:

Es cierto que el hombre fue creado de insatisfacción. (Sura de los Grados Elevados, 19)

“Si el hijo de Adan tuviera dos valles de oro, aun así buscaría una tercera valle. Lo único que llena el estomago del hijo de Adan es la tierra, Allah se vuelve a quien se vuelve a El”. (Hadiz transmitido por Ibn Abbas y Anas)

“Dos lobos enviados a un ganado no son más perjudiciales para el ganado que la ambición del hombre por la riqueza y por destacar para su din”. (Hadiz narrado por Ka’ab Ibn Malik al-Ansari y transmitido por Tirmidhi)

“Guardaos de la avaricia, porque la avaricia destruyó a los que vinieron antes de vosotros, les ordenó romper los lazos de sangre y los rompieron, los ordenó la avaricia y fueron avaros, les ordenó la depravación y fueron depravados”. (Hadiz transmitido por Abu Dawud de Abdullah Ibn Umar)

Le dijeron a uno de los sabios: “Fulano ha acumulado riqueza”. Dijo: “¿Acaso ha acumulado días para gastarla?” Dijeron: “No”. Dijo: “Entonces no ha acumulado nada”.

Pedimos a Allah que nos libere de la avidez y de la codicia y que nos haga estar satisfechos con lo que nos ha dado y de llenar nuestros corazones de contentamiento y de poder prescindir de todo lo demás.

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