Mezquita de Granada
Imam: Shej Muhammad Al Kassbi
Alhamdulillah.
¡Musulmanes! Os encomiendo a que tengáis temor de Allah, porque el temor de Allah es la curación de los pechos, la vida de los corazones y la liberación de las almas de lo que conduce a la miseria y a la desdicha. Sabed, que Allah tenga misericordia de vosotros, que Allah, sea honrado y ensalzado, ha condicionado la felicidad del hombre, tanto en este mundo como en el otro, a una sola cosa: la acción recta acompañada con un iman sincero. El Corán habla en más de cincuenta aleyas de la acción recta e incita a élla y a regirse por élla.
“A quien haya obrado con rectitud, sea varón o hembra, siendo creyente, le haremos vivir una buena vida y le daremos la recompensa que le corresponda por lo mejor que hayan hecho” (Sura de la Abeja 97)
La expresión ‘acción recta’ es la expresión más general que usa el Corán para designar, entre todas las tareas que benefician al hombre individual y colectivamente, aquellas tareas especificas para cuya realización Allah, ensalzado sea, ha creado al hombre.
La acción recta tiene un mérito y un valor especial en estos días en los que estamos: los primeros diez días de dhul-hiyyah.
El Profeta, paz y bendiciones de Allah con él, dijo: “No hay días en los que la acción recta sea más amada por Allah que en estos días, es decir los diez (primeros) días (de dhul-hiyyah). Dijeron: ¿Ni siquiera el yihad en el camino de Allah? Respondió: Ni siquiera el yihad en el camino de Allah. A menos que se trate de un hombre que salga con su persona y con su riqueza y no vuelva con nada de ello”. (Hadiz narrado por Ibn Abbas, transmitido por Bujari)
El musulmán no se contenta con la acción recta, sino que se esfuerza para lograr una acción mejor, ni se complace con una buena situación, sino que se esfuerza por realizar una situación mejor. En consecuencia, evita la mala palabra y la mala acción y rechaza la corrupción y resiste a la depravación y al extravío. Cuanto mas sincera para la faz de Allah y despojada de ostentación es la acción, tanto más será amada por Allah y más cercana a la aceptación.
El Mensajero de Allah, paz y bendiciones de Allah con él, dijo: “Quien de vosotros pueda atesorar algo de acción recta que lo haga”. El musulmán tiene que llevar a cabo la acción recta con una intención sincera por Allah y, si es posible, sin que nadie entre los hombre se entere, como por ejemplo a través de oraciones voluntarias en el medio de la noche o dando sadaqa en secreto.
Si meditásemos sobre el libro de Allah, sea ensalzado, encontraríamos las huellas sorprendentes que deja la acción recta y la enorme recompensa que espera a aquellos que las llevan a cabo: jardines por cuyo suelo corren los ríos; una recompensa junto a su Señor; una enorme recompensa y el perdón de sus faltas; todo lo bueno y un hermoso lugar de retorno; una recompensa que no cesa; y otras descripciones análogas relatadas en el Corán.
Y ésto debido a la majestad de la acción recta y de las enormes huellas que deja en el individuo y el consecuente beneficio para la sociedad.
Bienaventurado es aquel siervo que recuerda y medita, que reflexiona y sigue las amonestaciónes, que despierta sus sentidos y aprovecha la ocasión de su vida y no echa a perder su juventud, que no deja pasar estos días en vano y lleva a cabo acciones rectas y obedece a Allah con sinceridad.
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¡Musulmanes! El alejarse de la corrupción, de los actos indecentes y el esfuerzo para arreglar a uno mismo, a la familia y al entorno social son los frutos de la acción recta, y una prueba de su aceptación y una indicación de la eficacia de los actos de adoración exteriores y de la pureza de la interioridad. Esto no se realiza más que a través de un esfuerzo incesante y de una vigilancia continua.
Sufian al-Zawri decía: “No he tratado nada más duro para mí, que mi intención, porque cada vez se me da la vuelta”.
Sahl Ibn Abdullah At-Tustari dijo: “No hay nada más duro para el ego que la sinceridad porque en ella el ego no se lleva nada”.
Uno de los ruegos que hacía Mutarrif ibn Abdullah es el siguiente: “¡Oh Allah! Te pido perdón por aquello a lo que me he comprometido y que quería llevar a cabo por Tu faz, con el que luego se ha mezclado algo en mi corazón que tu sabes”.
Abdullah ibn Mubarak cuando se despidió de los suyos para ir al Hayy, pasó junto a una mujer que estaba desplumando un pollo muerto en un basurero a lo que lo había llevado su extrema necesidad. Al pasar junto a ella no pudo contenerse y le dijo: “!O mujer! ¿no sabes que Allah ha prohibido la carne mortecina?” Le respondió: “La carne mortecina es haram para vosotros y halal para nosotros, así que apártate de mi”. Cuando vio esto, le dio todo lo que llevaba para realizar su Hayy y volvió a su casa, y ella volvió a la suya agradecida. Lo peregrinos volvieron del Hayy y le dijeron: “Que Allah tenga misericordia de ti, Ibn Mubarak, porque durante el Hayy no hemos estado en ningún lugar sin verte allí como el que más adoraba a su Señor.
Esta es la recompensa de quien es sincero con su Señor, que buscan el favor de Allah y su satisfacción en todas sus acciones. Si estos valores majestuosos fueran vivificados hoy en día por los musulmanes, nuestro estado cambiaría y nos encontraríamos en una circunstancia distinta a la que nos encontramos.
Wa salla Allahu ala Saydina Muhammad wa ‘ala alihi wa sahbihi wa sallam. Amín.
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