| 0 comentarios ]

Mezquita de Granada
Imam: Sheij Muhammad Al Kassbi



Alhamdulillah

Musulmanes, os exhorto a que tengáis Taqwa de Allah, que Él es el Conocedor de todos los asuntos.

Sabed, que la razón para la cual ha sido creado el ser humano es para la adoración de Allah. Dice Allah: “Y no he creado a los genios y a los hombres sino para que Me adoren” (Dhariyat, 56).

Allah envió a su Profeta Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam, hizo descender sobre él el Corán, para unir a la gente con su Creador, para enseñarles la forma correcta de adoración. Les transmitió el Corán, purificó sus nufús, les enseñó todo el bien para que lo siguieran y les mostró todo el mal para que se alejaran de él.

Dice Allah: “Él es Quien ha hecho surgir para los iletrados un Mensajero que es uno de ellos; y que les recita Sus signos, les purifica y les enseña el Libro y la sabiduría, cuando antes estaban en un claro extravío” (Yumu’ah, 2).

El Mensajero, al que Allah colme de bendiciones, indicó a sus seguidores que la intención es el origen de toda acción; es más, es la primera condición para que la acción sea aceptada. Dijo: ““Las acciones no son sino por las intenciones, y cada hombre obtiene el resultado de su intención, de manera que aquel cuya emigración fue para conseguir algo de este mundo o para casarse con una mujer, su emigración fue por aquello por lo que emigró”. Trataba a sus compañeros con el mejor de los tratos, el trato del padre dulce hacia sus querido hijos.

Dijo el Mensajero, al que Allah colme de bendiciones: “Yo soy para vosotros lo que un padre es para su hijo; os enseño”. (Rawahu Abu Dawud ‘an Abi Hurairah)

Cuando se dirigía hacia ellos, tenía en cuenta las diferencias de cada uno, las posibilidades de cada uno, enseñaba a cada uno lo que era conveniente para él. Esta fue la comprensión de ‘Ali Ibn Abi Talib, que Allah esté complacido con él, cuando dijo: “Habla a la gente con lo que sepa, ¿deseáis que se mienta sobre Allah y Su Mensajero?”.

Es decir, dirígete a la gente con el lenguaje que pueda comprender; no les intentes enseñar algo que no tienen nivel para comprender, ya que si lo haces, si por ejemplo les enseñas un aspecto del din sin estar preparados para recibirlo, esto les puede conducir a negar a Allah y a Su Mensajero.

El entendimiento y la comprensión de la gente es diferente, es posible que algo pueda servir para una persona pero no para la otra, pues jamás te comprenderá. Al igual que hay aspectos que sirven para un lugar pero no para otro, del mismo modo que hay asuntos que sirven para un tiempo y no son de beneficio para otro.

El Mensajero, al que Allah colme de bendiciones, era comedido en sus exhortaciones para que no desesperaran sus compañeros; lo hacía en los momentos adecuados, ya que si no, la comprensión se desborda y no se absorbe nada de beneficio.

‘Abdullah Ibn Mas’ud, que Allah esté complacido con él, enseñaba a la gente todos los jueves. Un hombre le dijo en una ocasión: “Oh Aba Abdurrahman (oh padre de Abdurrahman) desearía que nos enseñaras todos los días”. Dijo: “Lo único que me impide hacer eso es que tengo miedo de que se os haga demasiado pesado y desesperéis; yo os enseño comedidamente, como lo hacía con nosotros el Mensajero, al que Allah colme de bendiciones, por miedo a que nos desbordara y se nos hiciera incomprensible” (Rawahul Bujari wa Muslim).

Gracias a esta forma de enseñanza, todos los compañeros del Mensajero recibieron la mejor enseñanza, se convirtieron en la mejor gente en adoración, carácter y trato. Salieron de la desviación y se encaminaron a la guía, cambiaron la ignorancia por el conocimiento. Llenaron la dunia de justicia y misericordia, de conocimiento y sabiduría. Conquistaron los corazones antes de conquistar los territorios.

Este era ‘Umar Ibn al Jattab. Antes de su aceptación del Islam, era una de los enemigos más duros y acérrimos de los musulmanes; era adorador de ídolos y bebedor empedernido, atacaba y se aprovechaba de los más débiles; pero en el momento en el que aceptó el Islam, toda su vida cambió y se convirtió en uno de los que más amaban a Allah y a Su Mensajero.

Dijo una vez: “Cuando acepté el Islam, pensé en quién era el enemigo más fuerte del Mensajero, y me dije a mí mismo: Abu Yahl. Fui a su casa, llamé a la puerta y salió. Y me dijo: ‘Bienvenido ¿qué te ha hecho venir a mí?’. Dije: ‘He venido para informarte de que creo en Allah, en Muhammad como su Mensajero y que certifico todo de lo que él es portador. Entonces Abu Yahl me cerró las puerta en las narices diciendo: ‘Que Allah te maldiga y maldiga lo que dices”.

Cuando llegó el tiempo de la hiyra, todos los musulmanes emigraban durante la noche, a escondidas, por temor a ser capturados y castigados. Pero ‘Umar tomó su espada envainada, llevándola sobre el pecho, hizo el tawaf siete veces e hizo dos rak’at. Luego llamó la atención de los quraish que se encontraban en las inmediaciones de la Ka’ba y dijo: “Quien quiera dejar a su madre sin hijo, quien quiera dejar huérfano a su hijo o quien quiera dejar viuda a su esposa, que se encuentre conmigo detrás de ese valle”. No le siguió nadie.

Este era ‘Umar Ibn al Jattab, que Allah esté complacido con él, uno de los muchos Compañeros que cambió su vida tras recibir la enseñanza y educación del Mensajero, al que Allah colme de bendiciones.

Otro ejemplo de cómo se educaron los compañeros del Mensajero, al que Allah colme de bendiciones, lo encontramos en la poetisa llamada Al-Jansá. En su tiempo de yahilía, murió su hermano paterno Sajar en una batalla, tras lo cual ella se dedicó a componer poemas que hablaban todos ellos de desgracia, de dolor, de oscuridad y de angustia, presa del dolor, el llanto y la desolación por la muerte de su hermano.

Pero aceptó el Islam, y en el tiempo del Califato de ‘Umar se dirigió a la batalla de Alqadisiyah en el Sham, ya que era ella una combatiente decidida; junto a ella fueron sus cuatros hijos. Antes de entrar en combate ella les encomendó el yihad y la perseverancia. Todos murieron en combate uno tras otro. Cuando le llegaron estas noticias, ni una lágrima salió de sus ojos, sino que permaneció paciente y dijo: “Alabanzas a Allah, que me ha honrado haciendo que murieran como shuhadá, como mártires; espero que Mi Señor me haga reunirme con ellos en Su Misericordia en el Jardín”.

Nos preguntamos entonces: ¿Quién o qué hizo dejar atrás a ‘Umar el antiguo y creó al nuevo ‘Umar? ¿Quién cambió a Al-Jansá, la que no paraba de llorar, la que era presa de la tristeza por la muerte de su hermano, por Al-Jansá la paciente y la perseverante cuando mueren todos sus hijos? Y realmente, muchísimos como ellos encontramos entre los sahaba. Ciertamente, lo que les hizo a cambiar a todos ellos fue la educación del Mensajero, al que Allah colme de bendiciones, la educación del Corán, que toma el corazón de la persona y la hace ir de un estado a otro mejor, en su creencia, en su comportamiento y en su trato.

Oh Allah, te pedimos que nos hagas ser de los que escuchan la palabra y siguen lo mejor de ella.

***********
Musulmanes, ciertamente en el Din del Islam tiene preferencia la educación del nafs y del carácter al incremento del conocimiento y de las ciencias. Dice Allah en la aleya que hemos mencionado al principio: “Les purifica y les enseña el Libro y la sabiduría”. La purificación, que es la educación del nafs y del carácter, está antes que el conocimiento, siendo ambos de extrema importancia en nuestro Din.

Si se da a escoger a la persona entre un conocimiento amplio con un carácter perverso o un conocimiento reducido pero con un noble carácter, la preferencia se le ha de dar a la nobleza de carácter, aunque el conocimiento sea reducido; no tiene que prevalecer el conocimiento si el buen carácter no está presente, ya que la corrupción del carácter hace perder los frutos que posee el conocimiento y hace al que es así más peligroso que el ignorante.

El musulmán debe ocuparse de la purificación de su nafs, de limpiarla del mal, para luego absorber todo el bien posible. Primero hay que desnudarse para poder vestirse.

La mejor puerta por la que el musulmán puede entrar para purificar su nafs, lo mejor que puede hacer para la educación de sus hijos, es amar al Mensajero al que Allah colme de bendiciones, ya que esto lo llevará a seguir su sunna e imitarle en su forma de ser.

Dijo el Mensajero, al que Allah colme de bendiciones: “Educad a vuestros hijos en tres cualidades: que amen a vuestro Mensajero, que amen a sus descendientes (del Profeta) y que amen el Corán” (Rawahu Attabarani ‘an ‘Ali Ibn Abi Talib).

Pedimos a Allah que llene nuestro corazón de amor hacia el Mensajero, que llene nuestro corazón de amor hacia sus descendientes y que colme nuestro corazón de amor hacia el Corán.

Wa salla Allahu ala Saydina Muhammad wa ‘ala alihi wa sahbihi wa sallam. Amín

0 comentarios

Publicar un comentario